EL CORONAVIRUS Y LA INCERTIDUMBRE

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS PUEDE AYUDARNOS A AFRONTAR LA OTRA CRISIS, LA CLIMÁTICA?

LA COVID-19 NOS HA HECHO SENTIR LA INCERTIDUMBRE A LA QUE ESTAMOS EXPUESTOS Y NOS HA RECORDADO QUE SOMOS SERES BIOLÓGICOS QUE DEPENDEMOS COMPLETAMENTE DE LA BIOSFERA

coronavirus

Esta Semana Santa decenas de exjefes de estado y de gobierno de todo el mundo han escrito y firmado una carta dirigida al G20 reclamando una estrategia conjunta mundial para hacer frente a las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia del coronavirus.

Los firmantes, algunos de los cuales se sentaron alrededor de las mesas del G20 hace no muchos años, critican que los países esten compitiendo como hienas por un material sanitario que no llega para todos y reclaman que se dejen de lado las lógicas de los estados nación y de la ortodoxia económica y se organice algo parecido a un plan Marshall mundial para combatir la pandemia y evitar una recesión económica global.

La incertiumbre en la que vivimos

Es solo un ejemplo de las cosas inéditas que están pasando en el mundo por un hecho que no puede ser más simple y a la vez más rotundo: de repente la especie humana en su totalidad se encuentra acorralada y temerosa de un organismo nanoscópico que es capaz de colonizarla y matar a decenas de miles de sus miembros, quizás hasta millones.

Nos recuerda que, a pesar de todas las capas de cultura que hemos acumulado en los últimos milenios, no hemos dejado de ser seres biológicos que vivimos en una biosfera de la que dependemos completamente. Pero, todavía más importante, nos hace ver la incertidumbre real en la que vivimos, incertidumbre que, por muchos motivos, nos negamos y nos escondemos.

Taleb y los «cisnes negros»

Hay un autor que desde hace un para de décadas ha destacado por advertir de esta incertidumbre y de los riesgos que comporta no tenerla en cuenta: Nassim Nicholas Taleb empezó alertando de la fragilidad del mundo financiero y fue uno de los pocos que pronosticó la crisis del 2008.

Para desarrollar su teoría, se inventó un país, Extremistán, en el que viven los que llamó «cisnes negros», fenómenos desconocidos capaces de provocar cambios enormes, cambios que a menudo comportan riesgos enormes, descomunales.

En Extremistán también viven los dirigentes políticos y empresariales y todas las personas que, como son riesgos que todavía no conocemos, niegan que puedan existir, como los filósofos negaban la existencia de los cisnes negros, hasta que en el siglo XVII se descubrieron… en Australia.

Taleb añade que esta actitud es como gasolina que alimenta los fenómenos extremos que pasan en Extremistán, porqué confunden la ausencia de evidencia por evidencia de ausencia.

El coronavirus, un «cisne blanco»

Pero una pandemia como esta Taleb la califica de «cisne blanco», porque es un riesgo conocido: hace décadas, siglos, milenios que los humanos sufrimos epidemias equivalentes. A pesar de esto, y a pesar de los avisos recientes de la SARS, la MERS y el Ebola entre otros, no nos habíamos preparado de verdad para cuando llegara una capaz de diseminarse como está haciendo este nuevo coronavirus.

Y es curioso, porque hace décadas que estamos muy preocupados por muchos otros problemas, problemas que, en estos momentos de alarma, nos parecen insignificantes, hasta los hemos casi olvidado. Y ahora mismo tampoco estamos muy preocupados por otro riesgo mucho más grande que todavía no vemos con nitidez, a pesar de que hablamos a menudo de él: el cambio climático.

Porque este riesgo todavía nos parece lejano, nos está llegando con demasiada lentitud para que nuestro sistema nervioso colectivo lo pueda percibir con la claridad y la nitidez con que ha percibido el riesgo que suponía el coronavirus. Bien, en realidad éste lo hemos percibido con claridad cuando ya lo hemos tenido encima.

La biosfera entera, amenazada

El cambio climático es un riesgo mucho más grande porque amenaza no solo a la humanidad, sino a la biosfera entera. En cambio, sin las medidas que se estan tomando a cada vez más países, el coronavirus hubiera hecho lo mismo que las anteriores grandes pandemias: habría matado a una parte de los humanos y el resto, la immensa mayoría, habría sobrevivido, habría adquirido resistencia contra el virus y habría continuado creciendo en número.

Pero el valor que le damos ahora a la vida humana, junto con el conocimiento médico y científico que hemos adquirido, por ejemplo, desde la gripe española de hace un siglo, nos impide aceptarlo y hacemos todo lo posible por evitarlo. Nos ayuda el recuerdo que entonces murieron más de 40 millones de persones en todo el mundo y también el recuerdo histórico y mítico de las pestes medievales, entre otras muchas epidemias.

Pero lo que más miedo nos da es la incertidumbre: ¿me tocará a mí, el coronavirus? ¿Seré yo el «escogido»? ¿Serán mis padres, mis abuelos, mis tíos? Porque la incertidumbre nos afecta de manera colectiva, pero sobre todo individualmente.

¿Qué podemos hacer?

No sabemos todavía cómo acabará esta pandemia, porqué en su interior sí hay «cisnes negros» pequeños, los riesgos concretos que comportará en el futuro más inmediato: ¿El calor hará retroceder al virus? ¿Mutará y ser hará más mortal? ¿Se volverá crónico y viviremos atemorizados meses, años, hasta que haya llegado al último rincón del planeta y sepamos que ya no va a volver? Y el llamado tercer mundo, en los países pobres, qué hará? Todo esto todavía no lo sabe nadie y no lo sabremos hasta que esté pasando o haya pasado. Por todo esto, nos sentimos impotentes, incluso desesperados, sin saber qué hacer. Todos, sin excepción.

Al margen de luchas contra el coronavirus, hay una cosa que sí podemos hacer: empezar a hacernos la idea que la incertidumbre estará siempre aunque no hablemos de ella, aunque no la veamos. Y que en cualquier momento pueden aparecer riesgos que ahora no conocemos y que, por lo tanto, no esperamos. Aceptarlo puede hacerlos menos dolorosos cuando llegan, y también puede ayudarnos a canviar las prioridades para evitar situarnos en Extremistán.

Con la crisis del coronavirus tenemos una buena oportunidad para empezar a practicar. Por ejemplo: preparándonos de verdad para mitigar la crisis climática, que nos caerá encima en las próximas décadas. Que en realidad ya nos ha caído encima.

Josep Maria Camps Collet

@jmcampsc

Publicado inicialmente en https://www.ccma.cat/324/la-crisi-del-coronavirus-pot-ajudar-nos-a-afrontar-laltra-crisi-la-climatica/analisi/3005397/

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